Entradas

Del otro lado

  ¿Cómo son tus días sin mí? ¿Despiertas tranquilo, sin el eco de mi voz? ¿Te pesan las sábanas al no encontrar mi cuerpo? ¿O simplemente sigues… como si nunca me hubieras tenido? ¿Extrañas las mañanas en que mis ojos eran lo primero que veías al abrir los tuyos? ¿O se han vuelto más ligeros tus despertares sin mi aliento cruzando el silencio? Yo solo quiero saber cómo es de tu lado esta ausencia. Porque en el mío, todo es una casa vacía que aún huele a ti. Mi cabeza es un laberinto de recuerdos, y tú apareces en cada rincón: en el reflejo de una ventana, en el café que me provoca tomar de noche, en canciones que ahora no puedo escuchar. Te veo conmigo en todas partes hasta que me golpea la verdad: ya no estás. Y cada día es un choque con esa realidad que me parte, que me arrastra. Me pregunto… ¿en qué parte del día te duele más mi nombre? ¿O no duele en absoluto? ¿Eres más feliz? ¿Más en paz? ¿Fue mi ausencia tu alivio? Porque en mi caso, tu ausencia, ...

Farewell letter

 Estoy cansada. No el cansancio que duerme con una siesta, sino el que se incrusta en los huesos, el que apaga la voz por dentro, el que convierte cada pensamiento en una batalla sin testigos. Hay una guerra en mi cabeza y nadie más la escucha. Mi mente es una tormenta que responde antes de que yo pregunte, que me recuerda todo lo que no va a mejorar, que me susurra que no hay promesa que aún me pertenezca. ¿Y si los dioses existen? ¿Será que me dejaron atrás, que mis plegarias se perdieron entre las de otros más importantes, más valientes, más merecedores? ¿O será que simplemente no hay nadie, que solo hay silencio disfrazado de fe? Tuve sueños… nada ambicioso, solo quería que la vida dejara de doler. Quería una noche que no ardiera, un día que no pesara como cruz. Solo eso. Un poquito de tregua. Pero nada llega. todo lo que espero se retrasa, se desvía, se burla. Y yo me desgasto esperándolo. Cada intento mío se ahoga en su propio eco. La esperanza ya no se leva...

AUN SABIENDOLO TODO, TE AMO

Te amo, pero no como se ama en las canciones que prometen un para siempre, ni como se ama en los cuentos donde todo encaja al final. Te amo con los ojos abiertos, con la piel herida y la conciencia despierta. Te amo sabiendo que no eres perfecto y sabiendo que yo tampoco lo soy. Te amo viéndote, realmente viéndote, más allá del deseo y del ideal. Podría describirte con mil palabras, trazar los contornos de tu risa, los gestos que te vuelven único, las veces que tu voz fue refugio y tu abrazo hogar. Sí, podría decir que me has salvado a ratos, que has sido sol en días donde sólo había niebla, que lograste, sin saberlo, que me sintiera viva cuando todo lo demás pesaba. Te amo porque me hiciste bien, porque despertaste ganas en mí cuando el mundo era gris, porque supiste decirme verdades cuando necesitaba firmeza y no consuelo. Pero también te amo sabiendo. Sabiendo que hubo momentos donde solo fui opción y no prioridad, que me dolió tu distancia más que tus palabra...

Dos veces el mundo se quebró

He tenido dos infortunios en mi vida,  el primero, fue una malformación arteriovenosa  y el segundo, poner mi amor en unas manos que no querían sostenerlo. La primera vez, el cuerpo gritó. Una telaraña de sangre en mi cabeza, una bomba silenciosa que latía sin aviso. Ahí entendí que estar vivo no siempre es estar a salvo. Viví con el miedo acostado a mi lado. Aprendí a leer los silencios del cuerpo, a traducir el pulso, a no confiar del todo en la máquina que me sostiene. La segunda vez, fue el corazón el que se rompió. No por enfermedad, sino por fe mal puesta. Le entregué mi amor como si fuera pan caliente, como si el amor bastara para que alguien se quede. Pero sus manos no eran hogar. Eran andamios flojos. Y caí. No con un estruendo, sino con esa lentitud cruel de los sueños que se deshacen despacio. Dos veces mi mundo se quebró. Primero por dentro, luego más adentro todavía. Pero sigo. con cicatrices que hablan cuando callo, y con una fuerza que no pedí, pero que es mía. ...
Desde hace mucho el corazón que habita mi cuerpo ya no me pertenece, no sé como ni cuando pasó, solo sé que un día cualquiera estaba preguntándole al universo, por qué el tiempo y el espacio se reducían a nada cuando estaba contigo, que era lo deslumbrante de tu sonrisa y como es que tus “te quiero” se tejían en mi alma como un susurro que deshacía todas mis dudas.  No era la belleza lo que me cautivaba, ni la perfección de tus gestos; era esa forma única que tenías de hacer que todo se detuviera a mi alrededor, como si el mundo se olvidara de su propio ritmo cuando tú aparecías. Y mientras todo eso sucedía, yo me perdía en la pregunta que nunca me atreví a hacer: ¿qué fue lo que me  hizo entregarte, sin reservas, eso que ya no era mío? Es extraño cómo el alma guarda rastros invisibles, como huellas de un paso que ya se ha ido pero sigue caminando dentro de mi. El tiempo, que antes me parecía interminable, ahora se me escapa entre los dedos como arena fina y todo gracias a ti....
¿Cómo te explico que mi alma se desvanecía de ganas por quedarme contigo, que las horas sin tu voz se alargan como ecos en la madrugada, que en cada segundo lejos de ti, el tiempo parece perder su rumbo?   Es que mis noches son más largas cuando tú no estás, y en mi pecho se anida una ausencia que no se calma, solo se disfraza de recuerdos que gritan tu nombre en silencio. ¿Cómo podría hacerte entender que no hay tiempo más dulce, que el que paso contemplando cómo tu sonrisa ilumina el aire?      Aún así entendí que en el amor no siempre se encuentran respuestas, y el impulso, aunque lo sentí arder en mis venas,  no bastó para quedarme en el caos de lo nuestro.  No pude quedarme solo porque te amaba, faltaba que tú me amaras también y que sintieras ese impulso para quedarte. Entendí también que el amor, a veces, se escapa por rincones que no se ven, por caminos que no se cruzan, por decisiones que no se toman …