La consecuencia más personal de mi vida, es darme cuenta que las personas a mi alrededor pueden conocer el corazón que tengo, la devoción que tengo por lo que amo y a las que le pongo cariño, el gran sentido de lealtad que tengo, y aún así prefieran irse.

Intente poner corazas que protegieran todo aquello que creí que nadie más podía cuidar, pero me di cuenta que ningún corazón está a salvo detrás de las barreras, por el contrario, es como cavar tú misma tumba.

Es difícil no relacionar la pérdida con lo que somos y lo que sentimos, sin embargo, a veces basta con tener presente que una pérdida es también un recordatorio de que eso que se va no nos perteneció, lo nuestro fue la ilusión del momento, la emoción de lo que en su corto tiempo te acompañó, no tener este dato en cuenta le da paso a la llegada de la nostalgia, que tampoco es más que el intento de la memoria por dialogar con un tiempo que ya no existe, ya no está y ya no escucha. 

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