Fui tan fuerte como pude, sostuve la cuerda hasta lastimar mis manos, utilicé la fuerza de cada uno de mis músculos para mantenerme de pie y luchar una guerra, que al final terminé por darme cuenta que era contra mi misma. 

Yo quería quedarme y quería que te quedaras conmigo en un lugar en el que tú ya no estabas y aunque te fuiste despacio, poco a poco, como quien quiere escapar sin hacer ruido, yo no lograba percibirlo, veía tu silueta a mi lado en todos los lugares, y más que tu silueta, también veía tu corazón, mi esencia romántica me hacía ver que estabas ahí como lo estaba yo.

Cuando empecé a notar que la mayoría de las cosas eran producto de mi imaginación, cuando tus palabras ya no sonaban a chiste y pinchaban mi piel entonces comencé a entrar en esa realidad de la que todos me hablaban y fue ahí cuando empecé a marchitarme, aún así, al igual que los girasoles fui paciente y me mantuve ahí, soportando la noche y esperando la luz del día para mirarla de frente, para darle el beso de buenos días y sentirme radiante, realmente lo hice.

Inevitablemente llegó el invierno y yo ya no tenía un hogar, quien era mi hogar se había marchado, así que mis pétalos fueron cayendo uno a uno, debo admitir que les tomo tiempo para caer, más de lo que a mi me hubiese gustado, pero el tiempo pasó, como si los segundos tuvieran derecho a hacer y deshacer a su antojo, sin importarle nada ni nadie, no me dejó más opción que resignarme y aceptar lo que nunca había querido, lo que tanto había evitado asimilar, sin embargo, nunca hice ni el más mínimo esfuerzo porque fuera de esa manera, tan solo un día desperté y me miré al espejo, y una de mis frases ahí grabadas me miró y me sonrió, no lo entendí así que le pregunte; “¿qué, que es lo que pasa?” a lo cual respondió: “ahora lo ves, todo este tiempo he tratado de recordártelo: el tiempo no borra, ubica”. 

Lo siguiente que hice fue tumbarme sobre mi cama, abrir mi pecho y revisarlo, no pude evitar ahora hacerme una pregunta a mi; ¿que cambió? 

De todo aquello que no estaba en su lugar, que había vuelto a ocupar su espacio… revisé cuidadosamente y lo noté, por fin lo había entendido todo, no fue necesario inventar nuevas palabras, era suficiente con repasar todo aquello que alguna vez plasmé en papeles o en mi piel, era suficiente con recordar cómo fueron cayendo mis pétalos, cómo quedé sin fuerzas por haberme vaciado de amor, cómo sangraban mis manos por sostener esa cuerda y cómo mis músculos se desgarraban con cada esfuerzo sobrehumano que hacía, supongo que fue tanto, que el tiempo tuvo que hacer su trabajo, llevarse lo que ya no debía permanecer, ubicarme y mostrarme cual era mi lugar, que aunque opuesto a lo que yo quería, era lo que necesitaba.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Farewell letter