MONDLICHT

¿Cómo te explico que mi alma se desvanecía de ganas por quedarme contigo, que las horas sin tu voz se alargan como ecos en la madrugada, que en cada segundo lejos de ti, el tiempo parece perder su rumbo?   Es que mis noches son más largas cuando tú no estás, y en mi pecho se anida una ausencia que no se calma, solo se disfraza de recuerdos que gritan tu nombre en silencio. ¿Cómo podría hacerte entender que no hay tiempo más dulce, que el que paso contemplando cómo tu sonrisa ilumina el aire?      Aún así entendí que en el amor no siempre se encuentran respuestas, y el impulso, aunque lo sentí arder en mis venas,  no bastó para quedarme en el caos de lo nuestro.  No pude quedarme solo porque te amaba, faltaba que tú me amaras también y que sintieras ese impulso para quedarte. Entendí también que el amor, a veces, se escapa por rincones que no se ven, por caminos que no se cruzan, por decisiones que no se toman …

Entonces un día te despiertas, te das cuenta que el tiempo pasó, que lo que fue ayer ya no es, solo quedan las memorias convirtiéndose en cenizas, ¿cuando pasó tanto? o ¿cuando dejó de pasar tanto?.  No todo es catástrofe, pero, parece que en algún momento ensordecí, nunca supe si tome el aliento de salida y di el primer paso tarde, mucho después del disparo de salida, o si lo hice con anticipación.  Me desperté y pasó, me di cuenta que el tiempo se me salía de las manos, que ya estaba por terminar el café, que la mejor parte de la canción ya había pasado, que mi poesía estaba a punto de expirar; yo estaba más cerca al abismo y ya no podía romper las máquinas del reloj, ya no había una esperanza de un “para siempre”, ni siquiera habían palabras, solo había silencio y perplejidad, no solo porque ya no es lo que era, también porque ya no será, lo  que iba a ser.  Por alguna razón, parece que el tiempo le arrebata al alma la posibilidad de encontrar esa felicidad ingenu...